No Pensamos, Solo Consumimos.
Richard Golian8 de marzo de 2025 English Slovenčina
Últimamente he notado algo nuevo en las entrevistas de trabajo: los candidatos llegan "preparados", pero de una manera extraña. Tienen una hora para prepararse y la aprovechan extrayendo la mayor cantidad de información posible de ChatGPT. Luego, me la presentan con total seguridad. Mencionan una métrica que, según ellos, es crucial para evaluar el rendimiento de la publicidad. Pero cuando les pregunto qué nos dice realmente esa métrica, no saben. No tienen ni idea de cómo calcularla.
Nunca había tenido tantas entrevistas en las que tuviera que enseñar a los candidatos el significado de una métrica clave en la publicidad online. Nunca.
Pero dejemos algo claro: esto no es lo mismo que cuando se introdujeron las calculadoras. Puedes trabajar con alguien que no entienda los logaritmos. Pero no puedes tener una conversación seria ni colaborar con alguien que ni siquiera sabe qué dos números debe dividir para obtener una visión relevante en publicidad. Simplemente no se puede.
Y no es solo en las entrevistas. Cada vez tengo más la sensación de que el pensamiento real se está desvaneciendo. La gente ya no genera sus propias ideas; simplemente adopta opiniones prefabricadas que le llegan desde todas partes. La información está disponible al instante y no nos exige ningún esfuerzo.
Muchos creen que tienen un conocimiento amplio porque siguen múltiples fuentes. Pero tengo mis dudas. Pensar de verdad requiere esfuerzo. Reflexionar a fondo sobre algo significa dedicar tiempo a cuestionar, desafiar las ideas establecidas y llegar a conclusiones propias.
Cuando incluso la crítica se convierte en otra forma de consumo
Uno de los rasgos que definen nuestra época es que incluso la crítica se ha convertido en una forma de consumo. Las personas adoptan las objeciones de otros, las repiten y sienten que han reflexionado críticamente. Pero en realidad, solo han absorbido otra versión de un producto ya elaborado.
Tengo la sensación de que esto está relacionado con el miedo a pensar de forma independiente.
Pensar de verdad implica un riesgo. Puedes llegar a conclusiones impopulares o que no encajen en ninguno de los marcos aceptados. Pensar fuera de esos límites conlleva el riesgo de ser incomprendido, de generar desacuerdo o incluso de ser excluido socialmente.
El mundo se ha acelerado. Se esperan reacciones instantáneas. La gente no tiene tiempo para sentarse a pensar porque, cuando por fin llegan a su propio análisis, internet ya ha pasado a otro tema. Ser lento significa estar desactualizado, ser irrelevante. Esto crea un entorno en el que es más fácil consumir y repetir que pensar y crear.
Para algunos, salir de este ciclo puede no ser fácil, pero es posible. Solo requiere pequeños pasos. Darse tiempo para pensar en lugar de reaccionar de inmediato. No apresurarse a formar una opinión solo por el hecho de tener algo que decir.
Preguntarse de dónde vienen realmente nuestros pensamientos. ¿Son realmente nuestros?